Algunos síntomas del Parkinson:
lunes, 24 de febrero de 2014
La enfermedad de Parkinson consiste en un desorden crónico y
degenerativo de una de las partes del cerebro que controla el sistema
motor y se manifiesta con una pérdida progresiva de la capacidad de
coordinar los movimientos. Se produce cuando las células nerviosas de la
sustancia negra del mesencéfalo, área cerebral que controla el
movimiento, mueren o sufren algún deterioro.
Presenta varias características particulares: temblor de reposo,
lentitud en la iniciación de movimientos y rigidez muscular. La
enfermedad de Parkinson afecta aproximadamente al 1 por ciento de la
población mayor de 65 años y al 0,4 por ciento de la población mayor de
40
años.
Causas
De momento se desconoce el origen de la enfermedad,
exceptuando los casos inducidos por traumatismos, drogodependencias y
medicamentos, y algunas formas hereditarias en ciertos grupos
familiares. Existen numerosas teorías que intentan explicar el deterioro
neurológico que produce esta patología. Se cree que algunos pesticidas y
toxinas, junto a cierta predisposición genética, podrían ser los
desencadenantes de la enfermedad. También se estudia la posibilidad de
que el origen se encuentre en los radicales libres, moléculas que
desencadenan un proceso de oxidación que daña los tejidos y las
neuronas. El genético es otro de los factores barajados como causantes
de esta patología. Existen algunas formas de Parkinson hereditarias en
algunos grupos de familias, por lo que la investigación genética puede
ayudar a comprender el desarrollo y funcionamiento de la enfermedad.
En la enfermedad de Parkinson se produce una degeneración en las células
de los ganglios basales que ocasiona una pérdida o una interferencia en la
acción de la dopamina y menos conexiones con otras células nerviosas y músculos.
La causa de la degeneración de células nerviosas y de la pérdida de dopamina
habitualmente no se conoce. El factor genético no parece desempeñar un papel
importante, aunque la enfermedad a veces tienda a afectar a familias.
Síntomas de Parkinson
Los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson son leves
y se van haciendo cada vez más notorios con el paso del tiempo. El
cuadro inicial típico registra dolores en las articulaciones,
dificultades para realizar movimientos, agotamiento. La caligrafía
también empieza a cambiar y se torna pequeña e irregular. En el 80 por
ciento de los pacientes los síntomas comienzan en un solo lado del
cuerpo y luego se generalizan. Asimismo, el carácter varía en los
primeros estadios, por lo que es habitual la irritabilidad o la depresión
sin causa aparente. Todos estos síntomas pueden perdurar mucho tiempo
antes de que se manifiesten los signos clásicos que confirman el
desarrollo de la enfermedad.
Los síntomas típicos son los siguientes:
- Temblor: Consiste en un movimiento rítmico hacia atrás y hacia adelante. Generalmente comienza en la mano aunque en ocasiones afecta primero a un pie o a la mandíbula. Se agudiza en reposo o bajo situaciones tensas y tiende a desaparecer durante el sueño. Puede afectar sólo a un lado o a una parte del cuerpo.
- Rigidez: Se manifiesta como una resistencia o falta de flexibilidad muscular. Todos los músculos tienen un músculo opuesto, y el movimiento es posible porque, al activarse un músculo, el opuesto se relaja. Cuando se rompe este equilibrio los músculos se tensan y contraen causando inflexibilidad y debilidad.
- Bradicinesia: Se trata de la pérdida de movimiento espontáneo y automático y conlleva la lentitud en todas las acciones. Esta lentitud es impredecible y es el síntoma más incapacitante, porque el paciente no puede realizar con rapidez movimientos habituales que antes eran casi mecánicos.
- Inestabilidad: La inestabilidad de la postura hace que los enfermos se inclinen hacia adelante o hacia atrás y se caigan con facilidad. La cabeza y los hombros caen hacia delante y la forma de andar empeora. El enfermo da pasos cortos y rápidos para mantener el equilibrio; o se queda literalmente "plantado" a mitad de camino, sin poder moverse. Existen una serie de síntomas secundarios que, aunque no afectan a todos los enfermos, provocan trastornos importantes ya que empeoran los síntomas principales y agravan las condiciones físicas y psicológicas del paciente.
- Depresión: Es un problema común a todas las enfermedades crónicas, y en el Parkinson puede detectarse incluso antes de que comiencen los síntomas principales. Empeora con los fármacos utilizados para combatir esta patología, aunque los antidepresivos consiguen frenar con bastante éxito tanto las depresiones como los cambios emocionales.
- Tragar y masticar: El mal funcionamiento de los músculos dificulta esta tarea cotidiana, favoreciendo la acumulación de saliva y alimentos en la cavidad bucal. Como consecuencia, son habituales los atragantamientos y el babeo. - Dicción: Al menos el 50 por ciento de los enfermos tiene problemas de dicción: hablan en voz baja, dudan antes de hablar, repiten palabras o hablan demasiado rápido.
- Problemas urinarios: Las deficiencias del sistema nervioso que regula la actividad muscular provocan que algunos enfermos sufran incontinencia o tengan dificultades para orinar.
- Estreñimiento: La lentitud progresiva de los músculos intestinales y abdominales es la principal causa del estreñimiento, aunque también influyen la dieta o la escasa actividad física.
- Trastornos del sueño: La somnolencia y las pesadillas son características en esta enfermedad y generalmente están asociadas a los fármacos.
- Rostro: pierde expresividad y aparece la denominada "cara de pez o máscara", por falta de expresión de los músculos de la cara. Además, tienen dificultad para mantener la boca cerrada.
- Acinesia: Consiste en una inmovilidad total que aparece de improviso y puede durar desde algunos minutos a una hora.
Diagnósticos
El Parkinson es difícil de diagnosticar en sus etapas
iniciales, ya que se confunde con los síntomas propios de otras
patologías. El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se efectúa a
partir de los síntomas del paciente, ya que no existe ningún marcador
químico. Para confirmar el diagnóstico se realiza una tomografía axial
computerizada (TAC), que detecta las lesiones cerebrales en el
mesencéfalo. Asimismo, son habituales los exámenes de los reflejos. Sin
embargo, el mejor medio para detectar esta patología es la observación,
ejercida tanto por el médico como por los familiares del enfermo, ya que
el contacto permanente les permite confirmar la continuidad o
progresión de los síntomas y los posibles cambios tanto físicos como
emocionales. En la enfermedad de Parkinson es esencial el diagnóstico
precoz, ya que cada tipo de parkinsonismo tiene un tratamiento
diferente.
Tratamientos
Esta es una patología crónica que, de momento, no tiene
curación. El objetivo del tratamiento es reducir la velocidad de
progresión de la enfermedad, controlar los síntomas y los efectos
secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla. La
dopamina no puede administrarse directamente ya que no puede pasar la
barrera entre la sangre y el cerebro. Por este motivo se ha desarrollado
una serie de fármacos que favorecen la producción de esta sustancia o
retrasan su deterioro y que se administran en función de la gravedad de
los síntomas. Así, en las primeras etapas, cuando los síntomas son
leves, se utilizan los fármacos menos potentes, como los
anticolinérgicos; mientras que para los casos severos y avanzados se
utiliza la levodopa, el fármaco más potente hasta el momento para el
tratamiento de esta enfermedad.
jueves, 13 de febrero de 2014
La enfermedad de Parkinson (EP), también denominada Parkinsonismo idiopático, parálisis agitante o simplemente párkinson,
es un trastorno neurodegenerativo crónico que conduce con el tiempo a
una incapacidad progresiva, producido a consecuencia de la destrucción,
por causas que todavía se desconocen, de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra.
Frecuentemente clasificada como un trastorno del movimiento, la
enfermedad de Parkinson también desencadena alteraciones en la función
cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función autónoma.
Esta enfermedad representa el siguiente trastorno neurodegenerativo por su frecuencia, situándose por detrás de la enfermedad de Alzheimer.
Está extendida por todo el mundo y afecta tanto al sexo masculino como
al femenino, siendo frecuente que aparezca a partir del sexto decenio de
vida. Además de esta variedad tardía, existe otra versión precoz que se
manifiesta en edades inferiores a los cuarenta años.
En la actualidad, el diagnóstico está basado en la clínica,
puesto que no se ha identificado ningún marcador biológico de esta
enfermedad. Por ello, el diagnóstico de la misma se apoya en la
detección de la característica tríada rigidez-temblor-bradikinesia y en
la ausencia de síntomas atípicos, aunque también tiene importancia la
exclusión de otros posibles trastornos por medio de técnicas de imagen
cerebral o de analíticas sanguíneas. En el año 1997, la Organización Mundial de la Salud estableció que el 11 de abril se celebraría el Día mundial
del Parkinson, con el objetivo de acrecentar la concienciación de las
necesidades de las personas aquejadas de esta dolencia. Fue esta la
fecha escogida al coincidir con el nacimiento de James Parkinson, el médico británico que describió por primera vez la «parálisis agitante», término que él mismo acuñó.6
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